Existen ciertos abonos que, aplicados al suelo, le brindan a las plantas las vitaminas necesarias para su mejor nutrición.

Las sustancias que las plantas necesitan más son el nitrógeno, el fósforo y el potasio. Por eso, cuando requieren vitaminas muestran un crecimiento lento, flores pequeñas, hojas pálidas o tallos débiles.
En este orden de ideas, una buena fuente de vitaminas es la resaca, materia orgánica descompuesta proveniente de la orilla de los ríos. Se agrega en el momento de la plantación en una proporción de un 40 % sobre el total de la tierra.
La harina de hueso es otro abono que aporta estos nutrientes, principalmente calcio y fósforo. Se aplica sobre la tierra de las macetas en una pequeña proporción, no más de 2 cdas o 3 cdas pequeñas por maceta.
Por otro lado, el humus que se forma de los desechos de la lombriz roja californiana, es ideal. Es un sustrato rico en nutrientes y es un manjar para las plantas. Se extiende sobre la superficie del terreno y no se debe enterrar ya que sus bacterias requieren oxígeno.
Por último, el agua disuelve los nutrientes agregados al suelo durante la plantación para que las raíces puedan absorberlos. Es por esto que es indispensable regar luego de fertilizar. Es importante saber que los mejores momentos para hacerlo son la primavera y el comienzo del otoño.  
Con estos consejos tus plantas crecerán sanas y fuertes. ¡Lucirán bellas y radiantes!